En este estudio histórico y sociopsicológico del antisemitismo alemán bajo el nazismo, Saul Friedländer analiza lo que tuvo de insólito en comparación con el antijudaísmo corriente del resto de Europa a lo largo de los siglos.
Sus primeras señales aparecen con el nacionalismo alemán a principios del siglo xix y con las primeras exaltaciones de la «identidad» alemana, de ficticia raigambre medieval, para la que el “judío” era un elemento perturbador. A finales del siglo xix, en paralelo con los descubrimientos bioquímicos de las infecciones por bacilos y virus, en lugar de los antiguos argumentos culturales se comenzaron a usar metáforas biológicas. El problema de los judíos ya no era su tradición, sino su «naturaleza».
Fue en estos discursos en los que se inspiró la paranoia de Hitler, quien veía a los judíos como «bacilos» portadores de todas las enfermedades. Sus alucinaciones condujeron a cambiar la política de expulsión por la del exterminio. La emigración de los judíos ya no era suficiente y sólo una «solución final» podía evitar la contaminación del mundo entero. Esta ideas, sumadas a la fascinación que Hitler ejercía sobre las masas, llevó a un estado de psicosis colectiva y de parálisis mental que propició el auge del antisemitismo nazi e hizo posible el holocausto.