De un tiempo para acá pareceríamos estar obligados a ser felices. Tanto los Estados como el mercado y la tecnología nos convocan a dejar atrás el malestar (y, de paso, la inconformidad) y a disfrutar (¡sin protestas, por favor!) el presente. Pero ¿es eso la felicidad? Este libro- un oportuno antídoto contra esas fáciles obras de superación personal que atestan las mesas de novedades- explora el modo en que nuestras emociones se volvieron, para bien y para mal, la religión de esta era.